LITERATURA

Una de mis grandes pasiones es la literatura.

Para entender el origen de mi apetito, casi necesidad, por contar historias hay que remontarse a mi infancia y detenerse a valorar una curiosa obsesión de aquellos años tempranos.

Por alguna razón que todavía hoy no acierto a comprender del todo, desde niño me empeñé en tratar de sacar el máximo partido posible a un papel en blanco. Cuando me enfrentaba a una hoja vacía, mi mente se llenaba siempre de un número ingente de posibilidades, algunas ciertamente absurdas. Contrariamente a lo que se pueda pensar conociendo mi evolución posterior, la mayoría de las vías de expresión que se me ocurrían por aquel entonces no tenían mucho que ver con la literatura. De hecho, empecé haciendo cómic; hasta que me di cuenta (a tiempo, afortunadamente) de que los "guiones" eran buenos pero mis dibujos una auténtica calamidad. Si yo estaba llamado a sacar algo decente de un folio, ese no era ciertamente el rumbo correcto.

Mi siguiente intento fue más satisfactorio, aunque también acabaría abandonándolo por motivos distintos. Ya de pequeño me encantaba la fantasía: no me cansaba de leer cuentos llenos de magia, valor y honestidad. Por eso decidí... ¡inventar juegos de mesa de aventuras! Probablemente fue ahí donde surgió el germen que terminaría llevándome a los juegos de rol (pero eso pertenece a otra sección de la web, así que dejémoslo de momento). Se trataba de juegos de casillas donde cada "aventurero" iba encontrando objetos, luchando con malvadas criaturas, aprendiendo conjuros... para llegar al monstruo final y, derrotándolo, ganar la partida. Os puedo asegurar que recuerdo con el corazón henchido aquellos proyectos infantiles. Tenían también algo de literario.

Fue sin embargo, al escribir mi primer cuento, cuando me percaté de que ese sí era el camino que quería y debía seguir. Las letras tenían esa etérea y solemne virtud de no tener que explicitar una imagen o reflejar un sentimiento, sino que dejaba en manos del lector, y de su imaginación, la tarea de ajustar la historia relatada a sus propios parámetros. Mis cuentos eran de temas muy diversos, que solían depender del tipo de lectura con la que más disfrutara en cada momento. Al principio consumía muchos libros de Agatha Christie, lo que me llevó a escribir mi primer relato (y casi el único) en plan policíaco. Cuando me dio por la fantasía épica, compuse una pequeña trilogía sobre una orden de magos, la Orden de Iorck. Quién me iba a decir a mí, cuando contaba con unos trece o catorce años, que luego todo eso estaría de moda con Harry Potter y compañía. De todos modos, ninguno de esos cuentos ha visto la luz ni la verá nunca.
El punto de inflexión llegó, sin duda, al entrar en el instituto. Un amigo, David, me descubrió la Ciencia Ficción y a partir de ahí ya no pude parar. Comencé a leer libros tal vez un poco "fuertes" para mi edad, como "Un mundo feliz" y "Fahrenheit 451", pero que me abrieron horizontes insospechados. Me convertí en un seguidor de los clásicos del género (Asimov, Simak, Clarke...) y cuanto más leía más me gustaba. Creo que fue entonces cuando decidí que quería escribir en serio (si bien, paralelamente, mis estudios se dirigían a las ciencias) y que quería hacerlo mediante la fantasía y la ciencia-ficción.

A los quince años escribí el relato "Vivir es morir", con el que ganaría un certamen del instituto y que, casi diez años más tarde, sería el cuento más antiguo que aparecería en mi libro "La Llama Vital". A esta historia le seguirían muchas otras, enfocadas a analizar el futuro y la naturaleza del Hombre, sus anhelos, sus obsesiones... todo ello con personajes vibrantes, comprometidos. Personajes que no siempre salían bien librados de sus experiencias pero que, indefectiblemente, luchaban hasta el final por preservar lo que consideraban merecido y justo.
Publiqué "La Llama Vital" a los 24 años y me sentí muy satisfecho de mi trabajo. Relatos como "El Pasillo de los Recuerdos", "El Espejo", "Llanto de Árbol", "Mantén Transparente tu odio" y tantos otros no serían fácilmente superables por mucho que ahora escriba mejor o con más técnica.

Empezar a trabajar como profesor de matemáticas y física en secundaria me restó tiempo, mas no espíritu ni inquietudes. Seguí escribiendo haciendo uso de la fantasía, aunque yo mismo me di cuenta de que cada vez dejaba la ciencia ficción más de lado para contar historias. Lejos de ser algo negativo, confirió mayor variedad a mis textos. Por otro lado el ser profesor, y sobre todo tutor, me hizo canalizar mis esfuerzos literarios (sin abandonar el rumbo anterior) a otros objetivos, tanto o más interesantes: la educación en valores para adolescentes. Este aspecto está explicado con mayor detenimiento en la sección Enseñanza, por lo que aquí sólo diré que a finales de 2005 publiqué mi segundo libro, "Sembrar Valores, recoger Futuro" con la Editorial CCS y que a mediados del 2008 salió el tercero, "Fábulas del Siglo XXI".

Y nos plantamos en 2011 con la salida de mi cuarto libro, "Divergencia a más infinito", con una importante editorial del género, AJEC. Raúl Gonzálvez, mi editor, escogió trece relatos entre los textos de la colección que le envié y conformó una antología de historias de suspense, fantasía y ciencia-ficción que contiene algunos de mis mejores momentos. Os invito a conocerla.

En 2013 aparece el librojuego "En la Feria Tenebrosa", del que soy uno de los autores y coordinadores principales. Curiosamente, a pesar de empezar siendo uno más de los diez escritores de Nocte que participamos en el proyecto, pronto me convertí a efectos prácticos en uno de sus "padres" e impulsores; en este libro colectivo he metido mucho más tiempo que en otros míos en exclusiva. Pero no puedo estar más contento del resultado.

Y por último, si todo va bien, a finales de 2013 debería salir a la venta "Infección", el primero de una serie de librojuegos de zombis con un toque de humor llamada Expediente Z.